Históricamente, el hombre utilizó dibujos para registrar sus sentimientos y acciones mucho antes que símbolos que registraran específicamente el habla. El ser humano ha expresado sus emociones, sentimientos, ideas religiosas y necesidades mediante el dibujo. Las personas tienden a expresar en sus dibujos, a veces en forma bastante inconsciente (y a veces, involuntariamente), una visión de sí mismos tal como son, o tal como les gustaría ser.
Por otra parte, el individuo comienza a emplear la comunicación gráfica en una época muy temprana de su vida. Los niños, primero dibujan y luego escriben.
Por lo tanto, el dibujo infantil no puede concebirse como un mero juego, no son trazos sin significado, sino que constituye una clave de acceso al interior del niño y le ayuda a estructurar su motricidad y sus relaciones. El dibujo refleja la vivencia de quien lo ejecuta y presenta una evolución constante a lo largo del desarrollo del niño.
El dibujo es una de las formas de la actividad creadora del niño que se manifiesta por primera vez alrededor de los 3 años, se va perfeccionando a través de la infancia para decrecer, posteriormente, al llegar a la adolescencia. A los 3 años el niño ya dispone de capacidad simbólica, ha estructurado la imagen de su cuerpo y sus dibujos son reflejo de lo que es su esquema corporal y sus relaciones con el mundo exterior.
Empezarán con garabatos y luego seguirán dibujando formas más reconocibles. Cuanto más dibujen los niños, mejor dibujarán, y más beneficios notarán en su desarrollo. El dibujo facilita y hace evolucionar al niño en:
- Psicomotricidad fina.
- Escritura y la lectura.
- Confianza en sí mismo.
- Expresividad de emociones, sentimientos y sensaciones.
- Comunicación con los demás y consigo mismo.
- Creatividad.
- Formación de su personalidad.
- Madurez psicológica.